Miel, flores, caramelo

Publicado en

No sabía cuál elegir. Aunque le gustaban los vinos, no entendía de ellos. Llevaba unos minutos frente a la góndola, buscando en las etiquetas de las botellas una pista, algo que le hiciera decidirse.

-¿Blanco o tinto? –dijo alguien tras ella.

Cuando se dio la vuelta, vio que era aquél hombre con el que había coincidido en un par de ocasiones. Lo conoció hacía unos meses en la inauguración del teatro. Tres meses después, volvió a verlo en una feria de artesanos. Le compró un tarro de mostaza que él mismo cultivaba y elaboraba.

-Blanco –le dijo con una sonrisa-. Quiero tomar una copa cuando llegue a casa.
-¿Te gustan dulces?
La miraba fijamente. Era muy alto, de piel blanca y cabello anaranjado. A ella no le parecía guapo, ni siquiera atractivo; pero tenía algo que conseguía seducirla.
-Mmm… ¿los dulces no suben más a la cabeza? -dudó.
Con un gesto rápido y enérgico, tomó una botella de uno de los estantes y se lo mostró.
-Éste no.
Ella meditó durante unos instantes.
-No se hable más. Me llevo ése –dijo finalmente.
-Yo te lo regalo.
Apenas se conocían, así que le cogió por sorpresa el propósito. Se ruborizó. Él se dio cuenta.
-De eso nada –logró decir-.  Haré caso de tu sugerencia, pero lo pago yo.
Ella hizo el ademán de sacarle la botella de las manos, pero él la esquivó.
-No, yo te lo regalo –repitió él, clavando sus ojos de pestañas rubias en los ojos moros de ella.
-De acuerdo, acepto -se rindió.
-Bien, enseguida vuelvo.

Mientras ella elegía un zumo en otro de los pasillos del supermercado, él volvió con la botella.
-Aquí tienes. Le han puesto una etiqueta conforme ya está pagada.
-Gracias –sonrió bajando la mirada mientras recibía la botella. Se abrazaron y se dieron un beso en la mejilla-.  No tenías por qué.
-La próxima vez que nos encontremos me dices qué te ha parecido.
-Así lo haré.
-Hasta pronto.
-Cuídate.

El vino sabía a miel, a flores, a caramelo. Sin duda el mejor vino blanco que ella había probado hasta el momento.
Algún día se lo diría. El día en que volvieran a encontrarse.

Acerca de pecosa

En mi familia tengo fama de borde. No te jode, como si fuera la única. Torpe, surrealista, despistada, cabezona. Eso no lo dicen ellos, lo digo yo. Tengo pecas aunque en la foto de perfil no se aprecien, pero es que la foto me quedó guapa de cojones, así que a la mierda si las pecas no se ven. Me pasé de Blogger a Wordpress en busca de emociones fuertes (me encanta vivir al límite). Me encontré con un escritorio que no entendía y que estaba mitad en inglés, mitad en español. Puse la primera plantilla que me pareció sencilla, manejable y maja y me monté una cabecera con el GIMP. El resultado es el que ves. No me pidas más.

Un comentario »

  1. … si hubiera sido un tío no le habría regalado el vino… si hubiera sido una vieja o una fea, no le habría regalado el vino… el tío no ha hecho un regalo: ha hecho una inversión interesada y su interés es sexual… ¿es un cutre?
    dicen que los perros no tienen sentimientos (bueno, yo tengo uno y espero que sí), que somos los dueños que proyectamos, y que lo que confundimos con sentimientos son mecanismos adaptativos del perro, condicionado a realizar actos que asemejan los propios de un ser sensible, para sobrevivir…
    este tío es así…
    y lo peor es que la mujer, supongo, ésta y muchas otras, creen que hay hombres desconocidos que son tan buenos que regalan vino… pero yo juraría que no.
    desconfía de los griegos que traen regalos
    un besote desde España, sin vino

    Responder
    • Es posible que ese tío tuviera un interés sexual que canalizó en forma de botella de vino. Es posible que ella aceptara la botella por el mismo motivo. No me parecería cutre si así fuera, el coqueteo le pone salsa a la vida.
      Quizá sí que haya hombres que regalen vino desinteresadamente. Aunque puede que éste no fuera el caso.

      Besos desde la Patagonia.

      Responder
  2. Hay una película que es básicamente eso. Un hombre caucásico, supogo que americano o algo así, que se va a vivir a un país asiático, y le pasa eso con una chica asiática. Aunque es una tienda especialista en vinos… no recuerdo el nombre de la peli, si no te la recomendaba.

    Responder
    • ¿Así que mi parra-ficción ya existe? Juro que desconocía la existencia de esa película. ¡Que no me acusen de plagio!

      (si te acuerdas del nombre de la peli, avísame)

      Responder
      • Oye, que soy H@n, por cierto, que me he abierto otro blog y como es de wordpress ahora aquí me firma como Owe, que es mi nuevo nick ^^^

      • ¡Mapa de los sonidos de Tokio! de Isable Coixet. Y el tipet era un español, no un americano ni nada xD

  3. me pasó con un libro. lo tenía en las manos, en una librería de una ciudad que no era la mía. ella me dijo: a mí me cambió la vida. no éramos jóvenes, ni guapos ni aquello una novela. yo necesitaba que mi vida cambiara, así que lo leí en el tren de vuelta. por si no nos vemos: mi vida no ha cambiado, todavía.

    Responder
    • espero que no fuera un libro de autoayuda o de esos para dejar de fumar. suelen ser cuentos chinos. para eso es mejor comprarse directamente un libro de cuentos chinos.

      tendrías que haberle pedido el teléfono a la chica, así podrías haberle solicitado el libro de reclamaciones («mi vida no cambió, ¡que me devuelvan el dinero!»)

      hablando de libros, feliç diada de sant jordi 🙂

      Responder
  4. Si llevaran esta idea al cine ( lo he visto como una secuencia en pantalla grande) yo lo llamaría «Intimos desconocidos»
    Y en los titulos de crédito se leería:

    Based on a parra-fiction by Pecosa.

    Molaría mil.

    Responder

¡Opine! ¡No se corte!